La mala educación no es patrimonio exclusivo de los británicos, pero resulta indiscutible que en los últimos años, los comportamientos incívicos están alcanzando cotas muy preocupantes en las islas. Una encuesta del Lloyds Bank ha encendido todas las alarmas: el 50% de los británicos con ingresos superiores a 400.000 libras (500.000 euros) está pensando en abandonar el país. El informe menciona el incivismo, aunque no sea difícil relacionar la verdadera causa de esa pandemia social que no es sólo privativa del Reino Unido. De nuevo la corrección política se sobrepone al certero del diagnóstico de una enfermedad que tiene nombre y apellidos.
La noticia la publica el ‘Wall Street Journal’, así que enseguida uno puede pensar que la decisión tendría que ver con motivos económicos: un rico británico paga más impuestos que uno norteamericano, por ejemplo. Pero nada más lejos de la realidad. El artículo sostiene que muchos desearían emigrar a Francia, un país con impuestos más altos que el Reino Unido. Por una vez, la causa no es el dinero, sino la violencia implícita, y cada vez más explícita, de la que adolece la sociedad británica, concluye este trabajo periodístico.
El psicólogo Anthony Daniels comenzó a escribir su ensayo sobre la mala educación británica (sic) tras sufrirla en sus propias carnes. Daniels estaba en una parada de autobús en Nottingham (centro del país) cuando un adolescente de unos trece años le tiraba comida a otro. Uno de estos trozos de comida cayó justo delante del psicólogo.
-“Perdóname, ¿podrías recogerlo?”, preguntó Daniels.
-“Que te j…”, fue la contestación del joven.
Semejante respuesta fue el inicio de la investigación de Daniels, que comenzó a buscar datos empíricos que corroboraran sus primeras hipótesis. Y los encontró. Entonces descubrió que todos los viernes y los sábados, decenas de furgonetas de la Policía toman las calles de marcha de las ciudades inglesas para frenar a los borrachos, cuyo máximo afán era destruir y quemar todo lo que se encuentran a su paso. Pero Daniels encontró en el periódico una prueba peor de barbarismo, una noticia que realmente le estremeció. Tres jóvenes desnudaron a un discapacitado, lo ataron a una farola, lo cubrieron de comida, lo dejaron a la intemperie durante cuatro horas y cuando lo soltaron, su víctima cayó al suelo y se golpeó la cabeza. Fue ingresado en el hospital con hipotermia. Ninguno de los agresores fue enviado a prisión.
La conclusión es que los británicos tienden a comportarse de modo violento, incluso ante los sucesos más nimios. ¿Y por qué sucede esto? Anthony Daniels lo achaca al igualitarismo y al multiculturalismo. Así, está de moda que los miembros de la clase media británica actúen ahora de una forma ruda porque, dice Daniels, piensan que de esta manera expresan mejor su solidaridad con los que no han podido llegar más lejos en la sociedad. La imitación, hacia abajo en vez de hacia arriba (como sucedía antes), es la forma más perfecta de expresar simpatía, creen estos ciudadanos, y por eso han abandonado su tradicional ‘saber estar’ para convertirse en los nuevos brutos.
El multiculturalismo es la otra causa. Fuera de cualquier connotación racista, el psicólogo opina que el multiculturalismo aboga por que todos los comportamientos son respetables, sin dejar ningún espacio para el derecho a criticar ni para la posibilidad de llegar a acuerdos. “Si yo tengo que respetar tu comportamiento, tú tienes que respetar el mío”, es la frase que cualquiera puede proclamar para evitar todas las discusiones. Y así se llega, en el Reino Unido y en el resto del mundo, a la insoportable mala educación de los tiempos modernos.
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