«La mayoría hemos cambiado Valencia por la paz de una zona residencial para que ahora nos pongan una mezquita al lado de casa para 200 personas. También está el problema de los accesos, que son pocos y muy malos, y la seguridad, si empieza a llegar gente de todas partes», recalcaba un residente de la urbanización de San Martín.
La desinformación, las críticas y el recelo se entremezclaron ayer en una tensa asamblea vecinal a la que acudieron más de medio centenar de afectados, además de la alcaldesa del municipio, Mari Carmen Contelles, y representantes legales de la vivienda donde se está construyendo el controvertido oratorio. A la petición de los residentes de que se paralizaran las obras, Contelles respondió que el Ayuntamiento no podía hacerlo porque la construcción «cumple con todos los requisitos legales y de planeamiento urbanístico. Si lo hiciéramos, sí que estaríamos incurriendo en prevaricación».
El hecho de que los miembros de la comunidad religiosa instalada en la parcela formen parte de una rama islámica, Ahmadía, «amenazada y perseguida en zonas como Arabia Saudita, Paquistán o Indonesia» fue otro de los argumentos esgrimidos por los vecinos en relación a la seguridad. «¿Quién nos garantiza que no se produzca algún ataque o atentado?», espetaba otro vecino ante el griterío general.
Poco a poco, se van haciendo con nuestro suelo e implantando sus costumbres y tadiciones en él... Tantos años, tanta sangre derramada ¿para que ahora vuelvan y acampen a sus anchas?. No les toleres en tu tierra, ellos en la suya no lo harán.
¿MEZQUITAS? NO, GRACIAS
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