TdE/EL PARLAMENTO CATALÁN DEBATIRÁ SI QUITA LA BANDERA ESPAÑOLA DE LOS EDIFICIOS OFICIALES.
El ex presidente del F.C. Barcelona, Sr. Laporta, después de sacarse de la manga un partido independentista, logra que el Parlamento de Catalunya acepte discutir si se quita la bandera española de los edificios oficiales, esta proposición ha sido aceptada por el gobierno catalán de Convergencia.
Lo increíble del caso es que sea aceptada una petición que en la constitución (tan defendida cuando les conviene) queda claro que no es de recibo semejante petición. Evidentemente estos casos este tipo de iniciativas que son a todas luces ilegales, son siempre respaldadas por los partidos nacionalistas catalanes que teóricamente deben estar sujetos a la normativa que se desprende de la constitución, siempre son iniciativas en la misma dirección, en la dirección de un independentismo cada vez mas declarado y menos disimulado. Aquí se hacen buenas unas palabras que dijo un político que fue asesinado por la izquierda en la guerra civil, que se llamó José Antonio que decía:
“Juan Jacobo Rosseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese “yo” superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y lo injusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, sólo se expresa por medio del sufragio –conjetura de los más que triunfa sobre la de los menos en la adivinación de la voluntad superior-, venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papeletas entradas en una urna de cristal, tenía la virtud de decirnos en cada instante si Dios existía o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía permanecer o si era mejor que en un momento, se suicidase.
Es evidente que el sistema que padecemos no me gusta, pero esta llegando a hacer muy buena esta afirmación de José Antonio, cuando hay cosas que no pueden ponerse en duda ni en debate porque son cosas que deben permanecer inalterables, deberían cuando menos marcar unos topes y no solo marcarlos sino que hay que hacerlos cumplir por todos, si no es así, nada permanece, pues todo será susceptible de perecer ante una moda, una manipulación al pueblo desde los medios de comunicación, etc. etc.
Casos como este verdaderamente ponen en evidencia las graves carencias que tiene el sistema plutocrático que padecemos.
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