Al final y como era previsible, la solución para las cajas de ahorros insolventes será la que temíamos: los ciudadanos pagaremos con nuestros impuestos los déficits de estas entidades que, una vez saneadas, serán devueltas al sector privado convertidas en bancos. Esta nueva inmoralidad del Gobierno socialista sigue en la línea de pagarle a la banca con nuestro dinero los platos que ha roto, mientras nosotros, la gente, seguimos en nuestro habitual aborregamiento y los dirigentes continúan ajenos a cualquier tipo de crítica hacia su actuación. De hecho, lo único que preocupa al Gobierno es que Bruselas, el FMI o el Banco Mundial le digan que aún no han saqueado lo suficiente a sus ciudadanos.
Por ello, siendo conscientes de que nuestros políticos están pringados hasta las cejas en esta maniobra especulativa inventada por la banca y apoyada por las instituciones financieras internacionales, para limpiar las arcas públicas y luego pasarle la factura a la gente, sorprende la pantomima que están haciendo gobernantes, empresarios y sindicatos en relación a la reforma de las pensiones que fue firmada incluso antes de fingir que iniciaban esta tomadura de pelo a la que llaman diálogo social.
Al igual que ya hemos dicho en infinidad de ocasiones que los sindicatos se sentirían obedientes, y de hecho lo han sido, a firmar la reforma laboral porque habían sido untados con pratimonio sindical, ahora volverán a agachar dócilmente la cabeza, y ya lo han hecho, porque para eso aceptaron el dinero, y habrá retraso de la edad de jubilación y aumento especular del período de cotización. Y la CEOE se frota las manos, el Gobierno insiste en lo estupendo que es para el trabajador haberse dejado engañar otra vez y, UGT y CCOO siguen haciendo lo mejor que saben hacer, vender a los pringados de este país, reeditando una versión actualizada de esta nueva Roma que sí paga a traidores.
Y aunque, día a día, nos esforzamos por escudriñar el panorama político y social de esta cansada España, seguimos sin apreciar un atisbo de esperanza para nuestra aletargada ciudadanía. No hay nuevas iniciativas sociales o políticas, ni nuevos actores en estos terrenos que sean capaces de arrancar un ápice de ilusión a una desesperanzada sociedad que teme a sus instituciones, desprecia a sus representantes y, en general, "pasa" de todo lo que signifique administración pública.
Jamás a lo largo de la historia se ha provocado una fractura tan profunda entre los pueblos y sus representantes, entre el Estado y aquellos que lo componen. Ni tan siquiera cuando se han producido revoluciones populares la separación entre lo público y lo privado era tan marcada. El rebelarse contra el poder por considerarlo injusto, despótico o inmoral, implica un interés del ciudadano por mejorar las cosas, un deseo de participar en el curso de los acontecimientos que componen la historia y, sobre todo, un deseo de lograr lo que considera mejor para su nación y eso es patriotismo.
La banalización de la política nacional junto a la internacionalización de las instituciones y poderes públicos, con la consiguiente pérdida de soberanía nacional, nos ha convertido en apátridas por pura indolencia.
Desde la plataforma Marbella Resiste debemos transmitir, con entusiasmo y firmeza, un mensaje social, patriótico y revolucianrio para que los jóvenes de Marbella y el resto de la sociedad española entienda que hay que destruir el actual sistema, completamente falto de valores, que destruye y oprime a nuestra nación y todo el continente europeo. ¡ JÓVENES EUROPEOS, ONDEAD CON FUERZA Y VALOR LA BANDERA DE LA REBELIÓN ! ¡ EL CAPITALISMO NO SE REFORMA, SIMPLEMENTE SE DESTRUYE !
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