¿ Y ESTOS PRETENDEN SER EL MOTOR DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA ?

La CEOE se sigue cubriendo de gloria dando muestra fiel de la ínfima moral de la que se supone es la élite empresarial de este país.

Si el anterior jefecillo de la patronal destacaba por ser capaz de arruinar a sus empresas, llevándolas a la quiebra y dejando en la calle a sus trabajadores, todo ello sin arrugarse el traje, el actual presidente, Juan Rosell, sorprendió el pasado lunes (18 de julio) con sus peculiares soluciones para salir de la crisis.

Las declaraciones de Rosell rezumaban la habitual prepotencia y arrogancia de la patronal y, además de ser la mayor parte de las medidas propuestas una colección de injusticias sociales y un muestrario de a lo que puede llegar la insolidaridad, eran un montón de gilipolleces.

El presidente de la patronal propone que no se deje que los trabajadores “se apunten al paro porque sí ” y que, de la misma forma, hay que evaluar a los funcionarios y dejarles claro que “no son dueños” de sus puestos de trabajo. Tampoco salva a los estudiantes, limitando sus oportunidades ante el fracaso, sin que “se les pueda consentir que empleen ocho años en acabar una carrera de cinco y no se lo vamos a pagar siempre”. Fueron bastantes más la s chorradas que dijo el jefe de los empresarios españoles, hasta el punto de que al acabar de leerlas se siente bastante desesperanza ante la ínfima categoría intelectual y, desde luego, humana de los que pretenden ser el motor de la economía española.

Quizás el señor Rosell debería irse una madrugada de invierno a hacer cola en cualquier oficina del paro y preguntar a los compañeros de fila sobre sus historias hasta que encuentre a alguno que esté apuntado al paro “porque sí”. O quizás debiera preguntar a los políticos profesionales por qué convierten a la Administración pública en la moneda para pagar favores, engordando y engordando las filas de funcionarios y empleados públicos. El problema del tamaño de las administraciones no es de los funcionarios, sino de políticos que utilizan el poder público como si se tratara de su cortijo, repartiendo empleos a través del abuso de su figura.

También en los comentarios vertidos contra los estudiantes hierve la sangre ante la inmoralidad del presidente de la patronal, porque lo que no cuestiona Rosell es que buena parte del coste de las quiebras y expedientes de regulación de empleo de empresarios tan arrogantes como él se paga con dinero público. Si los españoles estamos pagando los excesos del anterior presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, en el Grupo Marsans y, en especial, con Air Comet, y protegiendo con nuestro dinero a todos aquellos empleados a los que ha dejado en la calle, ¿por qué no vamos a darles otra oportunidad a nuestro estudiantes?, ¿sólo los jóvenes de papás con pasta, capaces de pagar universidades privadas, tendrán derecho a fracasar en los estudios y la posibilidad de superar ese fracaso?

Por supuesto, Rosell ni se plantea que muchos de los que están en esas colas del paro han sido víctimas de malos empresarios y que el origen del fracaso estudiantil no se puede ni se debe arreglar a golpe de talonario, dando más oportunidades a los ricos que a los que no lo son.

Y yo me pregunto: ¿Empresarios de esta calaña son los que nos van a sacar de la crisis?