Tres soldados paracaidistas del ejército francés, procedentes del Norte de África (uno de ellos herido), otro del Caribe, y tres niños judíos y un profesor, padre de dos de ellos, son las víctimas de un individuo que ha actuado con suma frialdad y supuesta preparación militar, para cometer sendos atentados. El cóctel esta servido. Judíos, personas de color… elecciones presidenciales a la vista.
Nadie en su sano juicio puede no condenar el atentado a la escuela judía; matar a niños inocentes, en Toulouse, en Afganistán o en Gaza, es algo deplorable y producto de la sin razón. Marine le Pen, en nombre del Frente Nacional francés, como no podía ser de otra forma, lo ha condenado categóricamente, y ha suspendido sus actos electorales. Lo mismo ha hecho Sarkozy y Hollander.
Estamos ante un “terrorista” del cual se conoce casi todo, el arma utilizada, que ha grabado su “hazaña”, la motocicleta que ha servido de lanzadera para los crímenes, incluso una anciana ha dado datos para un retrato robot del criminal, un criminal, al parecer, adornado con tatuajes y cicatriz incluida. Es más, las pistas se dirigen ya, hacia un supuesto “nazi” apartado del ejército que, de entrada, esta en paradero desconocido. Todo cuadra, al menos aparentemente. El móvil de los crímenes son el racismo y el antisemitismo; el nazismo esta detrás. ¿Seguro…?
Podemos decir, como en tantas otras ocasiones, que el “hombre pequeño”, vestido de negro, ha aparecido en el momento oportuno, actuando contra las victimas “necesarias” para un determinado fin. En efecto, no es la primera vez que ante hechos importantes un atentado genera en la sociedad un cambio, una reacción, diría que un sentimiento capaz de modificar acontecimientos. No hay que ir muy lejos, los atentados de Madrid el 11 de marzo, son un claro ejemplo. Y si queremos más coincidencias el primer atentando de este individuo fue también el 11 de marzo. La indignación esta en la calle, y seguramente en las urnas. Así es, los franceses verán, tras estos atentados, un error apoyar a una candidata “radical”, que pone a los franceses y a Francia como prioridad en el primer punto de su programa y es acusada de avivar la llama del fascismo. Sus buenos pronósticos electorales que la situaban, según algunas encuestas, en la segunda vuelta se verán, con casi toda seguridad, frenados, o al menos, eso es lo más probable. Sin duda, la formación política más perjudicada por estos crímenes es el Frente Nacional, y con él, otras formaciones europeas que se posicionan contra la Globalización, la multiculturalidad y el sistema economicista. El hombre pequeño, vestido de negro, ha aparecido en el momento justo, y ha escogido a las victimas “necesarias”. Nada nuevo, para el Poder las víctimas no importan, importan los objetivos.
Juan Antonio Llopart
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