BOLETÍN INFORMATIVO DISIDENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO

martes, 25 de octubre de 2011

PENA DE MUERTE



Juan A. Llopart para TdE/Muchas veces hablando con algunas personas interesadas en el proyecto que propone el Movimiento Social Republicano, les he afirmado que no pueden pretender estar de acuerdo al 100% con él. En efecto, un programa político unifica muchas medidas y propuestas, y es prácticamente imposible que se puedan llegar a compartir todas. Yo mismo, discrepo de algunas. Es algo normal, y mucho más si se pretende incorporar a ese proyecto  distintas sensibilidades.
Uno de los puntos del programa político del MSR, habla de aplicar la cadena perpetua para crímenes execrables. Y yo, lo siento, discrepo. Hay crímenes execrables que solo pueden tener una pena: La pena de muerte. Así de claro y rotundo. Sé, porque lo he debatido en muchas ocasiones, los motivos por los que el MSR no defiende la aplicación de la pena máxima, puedo entenderlos, y de hecho, parte de razón (o mucha) tienen, es más, debo defender esa decisión cuando hable en nombre de mi Movimiento, es mi obligación. Pero en este caso, como quizá en otros, hay un pero, un pero que me puede, y ese pero no es otro que la rabia, esa rabia que hace hervir la sangre a cualquiera por muy templado y sosegado que sea. El caso de Marta del Castillo, es un caso de rabia, un caso donde las leyes demuestran benevolencia, donde se ve claramente la injusticia de la justicia, y sobretodo donde se ve la maldad humana.
Maldad humana, sí. Porque si ya es execrable el asesinato de una joven por motivos machistas, con el presunto agravante de violación, mucho más lo es el no permitir que esa joven sea enterrada con la dignidad que toda persona merece. La negativa de los asesinos a revelar el sitio donde escondieron el cadáver de Marta del Castillo, más allá de la pesadilla que genera a sus padres, hermanos, familia y amigos en general, demuestra el carácter malévolo de estos individuos, y ante su maldad, ante su negativa, solo cabe una actitud: La justicia popular.
En el momento en que un jurado popular determinase las medidas necesarias para que estos individuos hablasen, no haría falta aplicarlas, su pretendida hombría se bañaría en sus propios excrementos y cantarían mucho mejor que Joselito en sus años mozos. No puede haber justicia si ésta no se hace respetar, y en ocasiones, aunque sean siempre excepcionales, la pena de muerte es el único argumento que algunos malvados –sean hombres o mujeres- entenderían.
Marta del Castillo, Sandra Palo, Mariluz… son los casos que nos vienen rápidamente a nuestra memoria, pero han habido otros muchos; quizá, solo quizá, si se hubiera reaccionado antes, si se hubiera actuando con firmeza antes, hoy no habría caso Marta del Castillo, y Sandra Palo seguiría sonriendo al igual que Mariluz…
Los programas están para cumplirlos, pero igual que se aprueban, se pueden modificar. Las jóvenes como Marta, Sandra o Mariluz, no volverán a estar con nosotros más allá de nuestros corazones, pero sí pueden -y deben- esperar que se haga Justicia… Justicia de verdad.

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