BOLETÍN INFORMATIVO DISIDENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO

lunes, 20 de febrero de 2012

CRECEN EN UN 20% LOS USUARIOS DE COMEDORES SOCIALES



Cada vez son más los centros que se abren, sobre todo por parte de la Iglesia, para ayudar a las miles de personas que los necesitan


Crecen en un 20 por ciento los usuarios de comedores sociales

Víctimas de sus errores. Propios o ajenos pero, al fin y al cabo, víctimas atrapadas en una crisis a la que no se le adivina el fin y que agudiza su dramática situación conforme pasa el tiempo. Son miles las personas, incluso familias enteras, que no tienen ahora mismo en Sevilla capacidad económica para poder alimentarse, vestirse, dormir bajo techo...
Una realidad palpable que hace que se hayan convertido en legión y que su único modo de subsistencia, de supervivencia, sea a través de la caridad, una palabra que en estos momentos hay que pronunciar en mayúsculas merced a la solidaridad sin límites de una serie de instituciones y organizaciones —la práctica totalidad dependientes de la Iglesia— que están ahora mismo desbordadas ante la avalancha sin precedentes de gente sin ni siquiera los más mínimos recursos económicos para salir adelante en el día a día. Y, lo peor de todo, que ya no se trata de indigentes y personas marginadas, sino que esta lengua de fuego que es la crisisse ha llevado por delante a hombres y mujeres —y niños— con un status social acomodado. No hay patrones ni perfiles. Cualquiera puede estar en el punto de mira. Y es ahí donde entran comedores sociales, economatos, centros de atención, bolsas de caridad... todo es poco para atender una demanda cada vez más grande y más acuciante.

Cáritas, desbordada

Sin lugar a dudas, es Cáritas Diocesana la que engobla el mayor número de necesidades diarias en Sevilla y provincia. A falta de los datos oficiales de 2011, desde esta organización dependiente de la Iglesia que cuenta con 258 despachos y más de 2.000 voluntarios, las demandas se situarán en torno a las 70.000, lo que supone que, un año más —y van más de seis—, el aumento sea importante. Baste decir que desde hace cinco años ese incremento se sitúa en un 30%.
Igualmente, las personas que demandan atención y ayuda no se circunscriben a barrios marginales como hace unos años, sino que se está detectando, según precisaron a ABC de Sevilla fuentes de Cáritas, la demanda de muchas personas y familias de barrios más acomodados y de clase media. «Era algo impensable hace unos años pero ahora, la situación hace que acudan a las Cáritas parroquiales cada vez con más frecuencia».
Por porcentajes, la demanda mayor es de recursos básicos —alimentos y vestidos—, que alcanza casi el 70%, lo que indica que «las necesidades de las familias son cada vez más básicas y apremiantes».
Otro dato importante es el aumento de la solidaridad por parte de los sevillanos, tanto a nivel particular como de instituciones y organizaciones. «Hay una gran sensibilidad social por parte de todo el mundo: personas, socios de Cáritas, hermandades...».

Comedores sociales

Cuatro son los que actualmente funcionan en la capital y que, en conjunto, ofrecen casi 1.200 comidas diarias.
El comedor social de las Hijas de la Caridad, fundado en 1904 y que está bajo el mecenazgo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, tuvo en 2011 un total de 4.926 usuarios, de los que un 22,57% fueron nuevos. Se dieron en el año 67.055 comidas, además de igual número de bolsas con bocadillos, fruta y yogures para la cena. Por lo que respecta a las características de los usuarios, el 79% son hombres. Como dato a tener en cuenta, los españoles solo representan el 26% del total —1.313 hombres y 296 mujeres—, mientras que el resto son extranjeros, siendo los países más representados Rumanía —821 usuarios— y Marruecos —518—. Otros países con alta representación son UcraniaEcuador, Rusia y Polonia.
Desde la dirección del comedor se destaca que «el perfil de los acogidos va cambiando año tras año. Las características son: hombres solos, de entre 30 y 50 años, parados de larga duración que ha roto con los lazos familiares, muchos de los cuales están viviendo en la calle».
También en 2011 se registró un importante aumento de familias que acuden a solicitar ayuda económica con la que poder solventar necesidades perentorias —pago de la luz, una bombona, el alquiler, etc.— como parasolicitar alimentos. Estas se derivan al economato que también tiene el comedor. Durante 2011 se atendieron en dicho economato a 650 familias, con un incremento en torno al 20%, gracias sobre todo a la colaboración de las Cáritas parroquiales, las Hermandades de Triana y distintas fundaciones y grupos —todos católicos—.
En pleno barrio de la Macarena, en el Pumarejo, se asienta el otro comedor social de las Hijas de la Caridad. Al igual que el anterior, funciona los 365 días de año. Está dando, diariamente, unas 300 comidas y nunca baja de las 250. Además de dos platos —el primero se puede repetir—, se ofrecen también piezas de pan, fruta y yogures para la cena. La ducha funciona dos veces a la semana y todos los días se reparte ropa. Según sor Isabel, la madre superiora, se están dando muchos casos en los que los usuarios «repiten el primer plato y el segundo se lo llevan para la cena, algo que dice cómo está la situación». Además de ello, unas 500 familias reciben alimentos en paquetes para prepararse la comida en casa.
La media ha aumentado extraordinariamente y las colas son frecuentes desde las diez de la mañana a pesar de que el comedor abre a las 12.30 horas. «Ha aumentado mucho la presencia extranjera pero también los de Sevilla, incluso los vecinos del barrio. Y, lo que es peor —relata sor Isabel— que muchas de las personas que antes venían a dar donativos, ahora acuden... a comer». Frente a ello, «la solidaridad de las personas se ha notado muchísimo».
En pleno centro, en la calle Misericordia, se sitúa el comedor social de la Orden de San Juan de Dios, que abrió sus puertas en octubre de 2010. Desde entonces, y de lunes a viernes, está ofreciendo una media de 160 comidas diarias, lo que supone más de 29.000 comidas en 2011, además de otras 1.100 de menús extraordinarios —para musulmanes—. Se ofrecieron también 2.470 duchas, en las que incluyen ropa interior nueva y se repartieron 10.500 prendas de vestir. Igualmente, se hizo un reparto de 610 mantas y 1.620 pares de zapatos. En cuanto a los países de origen, contabilizaron en 2011 un total de 58 nacionalidades distintas, siendo españoles los usuarios que más predominan, seguidos de hispanoamericanos, árabes, marroquíes y subsaharianos.
Otra circunstancia importante es la de los niños. «Al no poder entrar en el comedor porque no lo permite la Ley —abunda el hermano Salvador—, a esas familias les damos semanalmente bolsas de comida para que puedan almorzar en casa».
Destaca el hermano Salvador Fuentes, coordinador del comedor, la importancia del seguimiento que se hace de las personas que acuden, ya que «nuestro fin primordial es sacarlas de esa situación en que se encuentran de exclusión social. De hecho, algunas ya han conseguido trabajo merced al comedor».
El comedor cuenta con la ayuda económica inestimable de la asociación «Tú sí puedes» y aunque por el momento abre de lunes a viernes, «estamos analizando datos y necesidades para ampliar a los fines de semana. Contamos con una media de 70 voluntarios que son nuestra fuerza, así como numerosas instituciones y entidades que nos aportan alimentos».
Aboga el hermano Salvador por una coordinación entre los distintos comedores sociales que hay en la ciudad, para así «evitar la picaresca, que es algo que suele darse. Comprendemos la situación de las personas, que cuando acuden a un comedor social es porque realmente les hace falta, pero también hay algunas que van de un lado a otro y eso hace que otras se queden sin comer».
La Orden de Malta abrió, en noviembre del pasado año, un comedor social en la calle Mendigorría. Desde entonces, sus previsiones han sido superadas con creces. Fernando de Parias Merry, delegado en Sevilla de la Orden de Malta, señala que «pensamos, en un primer momento, que como era nuevo a lo peor no cubríamos las expectativas. Nos confabulamos para ofrecer 100 comidas en dos horas y ya vamos por las 200, y más en estos días de frío», de tal forma que en algunos momentos, y sobrepasados por la cantidad de usuarios, «muchos han tenido que conformarse con un café y galletas».
Aquí se ofrece un plato del día «fuerte» del que se puede repetir y una ensalada, postre de frutas o yogur. Además, aquellas personas de religión musulmana pueden tomar la comida sin carne de cerdo.
Fernando de Parias destaca que el 80% de los comensales son extranjeros—marroquíes, eslavos, rusos, ucranios...— y el resto españoles. «Y muchos de estos últimos personas que no hacen mucho gozaban de un status bastante bueno».
El éxito del buen funcionamiento se debe, según De Parias, «a la actitud de los comensales; a los 100 voluntarios, que es el mejor patrimonio que tenemos, y a los proveedores, entre ellos el Banco de Alimentos, del que recibimos un porcentaje muy alto de la comida que servimos». La posibilidad de ampliar el servicio a los fines de semana «dependerá del voluntariado, ya que no hay que olvidar que la mayoría son amas de casas y madres de familia».

Dar de comer al hambriento

También hay que detenerse en la Fundación «Nuestro Padre Jesús de la Pasión», de la Hermandad del Jueves Santo, que se dedica al plan de alimentos «Dar de comer al hambriento». El reparto que hacen no está sujeto a vales para obtener descuentos en la compras, «sino que son entregas a familias que nos han acreditado formal y documentalmente su más que precaria realidad, por carecer de cualquier ingreso económico», como señala José Luis Cabello, director de la Fundación.
En 2011 se repartieron, de forma periódica y directamente, 12.000 kilos de alimentos perecederos. «Estas familias dependen prácticamente de nuestras entregas», algo que va en aumento. No en vanos, en enero de este año se ha superado la cifra de 1.500 kilos de alimentos entregados». Y también la Fundación ayuda a otras entidades que se dedican a lo mismo: dar de comer al hambriento. En este sentido, destinó más de 15.000 euros y otros 7.500 a instituciones religiosas «que lo están pasando mal».

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