De Flávio Gonçalves para TdE/ 1.- Los recientes disturbios ocurridos en diversas localidades de Londres constituyen un mero síntoma del final de ciclo al que asistimos: Europa (y Occidente en su conjunto) ha llegado a su fin, tal como podemos observar.
Los próximos años serán de revuelta, como lo son todos los finales de civilización. Llevados por los “bárbaros” ya dentro de los muros, los que llegan todos los días y los “bárbaros” internos (creados, en los últimos veinte años, por la Izquierda occidental y por las políticas de educación que apostaron por nivelar por abajo el nivel cultural de los occidentales) llegamos al final de nuestra civilización.
Si bien todavía resisten algunos focos culturales de civilización occidental, ignorados y marginales, la mayor parte son un simple reflejo bastardo y estúpido de lo que alguna vez existió. Hace décadas que sufrimos en una llamativa involución que provoca que la mayor parte de la intelectualidad occidental, la clase política profesional o la mano de obra precaria y proletaria (ya casi inexistente gracias a la terciarización del tejido productivo de Occidente), ya no consigan más que imitar, y mal, la grandiosidad de la civilización de aquello que bautizamos, en los dos lados del Atlántico, como “Occidente”.
En Lisboa, como en todas las capitales occidentales, si ojeamos las fotografías de las calles, de los teatros, de los cines, cafés y hoteles de los años 50/60 (décadas que marcaron el principio del fin de nuestra civilización) todo nos parece más moderno, vivo y avanzado… el siglo XX nos parece estética, intelectual y hasta estructuralmente más moderno que el siglo XXI.
Hoy en día, rara vez encontramos un político que gobierne bien, compramos una casa nueva sin defectos, un dispositivo electrónico que pueda aguantar un año sin una reparación, una televisión que dure más de dos años, un mecánico, dentista, médico o abogado que sepa lo que hace sin recurrir al ordenador, un periodista que sepa investigar o un historiador que sepa buscar… y digo: ¡que sepa!
Las cosas están de tal modo que ya descarté la mala fe y el oportunismo: las personas hoy en día no lo hacen mejor porque no lo consiguen, no saben hacerlo mejor. Nunca aprenderán. Nadie consideró importante que aprendiesen. La idiocracia occidental, doméstica, nos mató una civilización milenaria. Asistimos ahora al estertor del cadáver, ¡nada más!
2. – En la misma semana en que las fuerzas mundialistas euro-americanas bombardeaban las ruinas de la ciudad romana de Leptis Magna, en Libia, fundada en el año1100 antes de Cristo y catalogada por la UNESCO como Patrimonio Mundial por su arquitectura (se desconoce si el interés estratégico de la OTAN en bombardear reliquias ancestrales, pero se acabará sabiendo), nuestro gobierno del PSD-CDS resucitó el acuerdo bilateral Sócrates-Obama.
El acuerdo fechado en 2009, nunca acabó por concretizarse por la oposición de la Comisión Nacional de Protección de Datos; pues estipulaba que se entregaría a las autoridades americanas toda nuestra base de datos referentes al ADN y a las huellas dactilares de ciudadanos portugueses; recordad que mientras permaneció en la oposición el Partido Social Demócrata siempre manifestó su oposición al acuerdo.
Tengan en cuenta que el acuerdo “bilateral” no incluye la entrega de la base de datos referentes al ADN y las huellas dactilares de los criminales americanos, y mucho menos de los ciudadanos comunes, como aparentemente nuestro servil gobierno va a hacer. Y a cambio de los datos de ciudadanos nacionales entregados, casi en bandeja a la CIA o a cualquier otra agencia americana, que serán empleados en la “lucha contra el terrorismo”, Portugal recibe tan sólo una exención de visado… entregamos nuestros datos a cambio de unas visitas oficiales menos incomodas de nuestros gobernantes o para cuando vayamos de vacaciones a los EEUU.
No me gusta exponer teorías de conspiración, pero no deja de ser curioso que una medida como esta, la entrega de los datos personales y privados de los ciudadanos, se transmita de un gobierno de Izquierda a uno de Derecha, y sea aplicada por aquellos que en la oposición se oponían. Un argumento más para los teóricos de Bilderberg y del Nuevo Orden Mundial.
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