El decepcionante resultado de nuestro país, y en especial de Andalucía, en el llamado informe PISA que evalúa el nivel de nuestros estudiantes, es absolutamente coherente con el entorno social y político en el que vivimos y habría sido antinatural que en una España en la que el sistema está diseñado para criar ignorantes, nuestros estudiantes nos hubieran sorprendido con la brillantez propia de un país desarrollado.
Al igual que en todo, tenemos un nivel educativo acorde al de la mediocridad que reina en el país, comenzando por una clase política que no destaca, ni remotamente, por su alta preparación cultural y técnica. Pocas cosas son por casualidad y la bofetada del PISA se repite cada año sin que los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo en algo tan esencial como es el mejor modelo educativo.
La cosa no va aser fácil porque lo que las élites españolas intentan es mantener a la ciudadanía en un aceptable nivel de ignorancia que le permita contentarse, como hoy, con programas cutres de la tele y muchos espectáculos de masas. Tampoco es casualidad que la España de hoy encumbre únicamente a individuos cuyos talentos nada tienen que ver con su educación, su preparación científica o con su cultura. Si los modelos a seguir para la juventud de hoy es gente que canta, baila, le pega patadas a una pelota o simplemente, es " famosa " por nada en concreto, ¿ cómo pretendemos que los alumnos estudien con el convencimiento de que el futuro está en los libros ?
PISA es una radiografía de la España fácil a la que hemos quedado sometidos por esa clase económica y política dominante que no quiere en su cortijo reses bravas. La respuesta de los partidos al informe fue definitoria y definitiva de lo que nos espera. Se limitó al típico intercambio de críticas y descalificaciones entre las principañes formaciones para olvidar el asunto hasta el próximo año.
No debemos engañarnos, los resultados de este informe irán de mal en peor, sobre todo porque el resto de Europa avanza más rápidamente, salvo una mínima parcela educativa privada, normalmente en los colegios católicos, que es donde se forman los vástagos de esa élite que en el futuro seguirá dirigiendo el rebaño, que somos nosotros.
Nada va a cambiar porque los políticos profesionales son los más conscientes de su escasísima talla y de su vulnerabilidad que crecerá en igual medida en que la ciudadanía incremente su nivel cultural. Por eso incentivan entre los jóvenes hábitos y modas que invitan a mantenerse en la ignorancia, presentándoles modelos de triunfadores que tienen una sola cosa en común: que su éxito en la sociedad no procede del estudio, sino de aptitudes físicas o de la simple oportunidad.
Somos el país de la cultura del pelotazo,de una clase política permanentemente salpicada por la corrupción, de empresarios inmorales, banqueros codiciosos y trabajadores indolentes, de modelos a los que se admira por sus fortunas sin atender a su procedencia. Teniendo en cuenta todo esto, nuestros estudiantes no salen tan mal parados del informe PISA.
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