A pesar de la subida de la luz, de los combustibles y de la prácticamente totalidad de los servicios públicos y de los artículos de primera necesidad, el Gobierno socialista sospecha que a los españoles menos privilegiados aún les puede quedar algo de dinero en el bolsillo, por los que también sube un 1,7% el billete de los autobuses interurbanos. Los usuarios de este servicio no suelen ser gente como Emilio Botín y su familia, ni son consejeros delegados de grnades empresas, ni eurofuncionarios con sueldos insultantes libres de impuestos, sino trabajadores de menor nivel y salario que suele, además, tener los peores empleos.
Son los que escapan a los inmorales precios de las gasolinas que tanto y tan injustamente enriquecen a las petroleras y al Estado, porque lo que ganan no les permite compararse un vehículo propio. Y eso no ha pasado inadvertido a los chicos de Zapatero que, con una peculiar interpretación del principio de igualdad a la hora de esquilmar a los ciudadanos, también harán pagar a los nuevos siervos de la gleba que, por su precariedad económica, habían pretendido burlar las ávidas garras de este chiste de Estado de bienestar en que se ha convertido España.
Banqueros y jefazos de la CEOE, el FMI, la UE y el mismo Banco Mundial ya pueden respirar tranquilos porquesubirle el billete de autobús a la señora de la limpieza nos va a sacar de la crisis.
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