Aunque no lo creáis el pasado 9 de mayo fue el "Día de Europa", el que conmemora la conocida como "Declaración Shuman" que el mismo día pero de 1950 llamó a la "unidad de Europa".
A más de sesenta años de la fecha, es obvio que hay bastante poco que celebrar y ni tan siquiera todas esas organizaciones y asociaciones que años atrás realizaban actos públicos para revitalizar el languideciente espíritu europeísta tuvieron fuerzas para montar paripés sobre esta Europa en la que los nacional-revolucionarios nunca creímos.
A mayo de 2011 cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que Europa es un fraude, un timo de la estampita fabricado para que nosotros, que queremos creer en un continente común, tiremos la toalla ante los innumerables y carísimos excesos de ese parásito insaciable que es la UE y su multimillonario entramado de ineptos a los que hemos acostumbrado a vivir en clase VIP. Porque Europa hoy a quedado reducida a eso, a unos cuantos miles de funcionarios y altos cargos holgazanes con billete de primera en el avión y hotel de cinco estrellas, a cambio de mantener su cómplice indolencia a la hora de que la UE siga siendo lo que siempre fue, el mercado común europeo, un simple mercado en el que los oligopolistas y especuladores han estado haciendo su agosto a costa de nuestros impuestos y de arrastrar a la quiebra a millones de familias europeas.
El pasado día 9, coincidiendo con esta celebración, los especuladores celebraban también el que la UE esté preparando otro rescate multimillonario de Gracia, que tras fundirse 110.000 millones de euros de nuestro dinero, quiere otros 75.000 para que los mismos bancos que la han llevado a la bancarrota se sigan enriqueciendo a costa de machacar las economías de las familias griegas. Es cierto que Grecia es un desastre, al igual que lo es Portugal, Irlanda o España, pero la situación de todos nuestros países es consecuencia directa de esta Europa de mentira que ha convertido a los ciudadanos en los clientes de este zoco del pufo en el que la banca sigue haciendo su agosto. No es por casualidad que las pymes continúen quebrando a miles mientras un puñado de grandísimas corporaciones y un reducido grupo de bancos siguen arrojando beneficios inmorales. No es tampoco casualidad que el oligopolio de la energía gane dinero a espuertas mientras los europeos prefieren apagar antes la calefacción para ahorrar en lo imposible, pues resulta imposible ahorrar ante unos parásitos tan voraces que suplen el recorte de consumo con sucesivas subidas de precios.
Sin embargo, y a pesar de la chusma a la que elegimos para gobernarnos, Europa existe. Existe una Europa de gente, de lazos culturales comunes y sociales con todas nuestras diferencias y pecurialidades nacionales. La única Europa que no existe es justamente esa a la que la infame UE nos obliga a someternos. El zoco europeo que crea el despreciable tratado de Lisboa es el fraude, el régimen dictatorial que no representa el espíritu europeo y que algún día, cuando consigamos salir de nuestro lamentable borreguismo, y lo conseguiremos, lograremos derrocar para sustituirlo por ese concepto ilusionante que tanto pánico provoca en los mediocres que nos dirigen y que se enriquecen con el negociete que es hoy la UE.
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