POR NO ENFRENTARNOS A LA REALIDAD

   El "Rasputín" oficial del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, informaba el pasado miércoles, 4 de mayo, de algo que mantenía en vilo a toda la sociedad española. Se trataba del hecho de que, al parecer, será extremadamente difícil identificar los cuerpos que hay enterrados en el Valle de los Caídos desde la Guerra Civil. Así lo explicó el ministro del Interior ante la Comisión Constitucional -Dios nos libre de que algo se haga en este país sin más gastos estúpidos- sobre el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica. Y el millonario dispendio en forenses, investigaciones, excavaciones y todo el rollo patatero parece que no va a servir de mucho sin que, por el momento, se contemple lo de que la Fuerza Área bombardee el monumento construido en la época de Franco para dejar bien claro que memoria histórica sí, pero de carácter selectivo.

   Porque a los españoles no nos preocupan los casi cinco millones de parados, ni el hecho de que las pensiones se reduzcan o terminen desapareciendo, ni tampoco nos importa demasiado el hecho de que estemos presenciando el desfalco que es el FROB, el fondo creado por Zapatero para entregarle nuestro dinero a los bancos por la cara para pagarles unos números rojos que no existen, sin que nadie parezca capaz de obligar al Gobierno a explicar por qué hemos de pagarle ficiticias meteduras de pata a los mismos que han creado y se han enriquecido con esta farsa que es la crisis económica. Tampoco preocupa a los españoles el alarmante número de familias que viven bajo el umbral de la pobreza relativa. Ni que la factura de la luz suba cuando y porque a los todopoderosas eléctricas les dé la gana. Por supuesto, para nosotros no es relevante que las cuatro petroleras que se reparten el cotarro nos pongan la gasolina al precio que les apetezca mientras el Gobierno guarda su tradicional silencio cómplice en este robo diario a la sociedad.

   Lo que en realidad preocupa hoy a los españoles en quién hay enterrado en el Valle de los Caídos y, si es posible, queremos también saber quién les mató, buscar sus restos, sacarlo de la tumba y fusilar al culpable como Dios manda.

   Y ya puestos a hacer estupideces para no enfrentarnos a la realidad, los españoles también queremos saber los nombres de los que murieron en la reconquista de Granada, y que se cree una subcomisión de la Comisión Constitucional -con sus correspondientes dietas y sueldos para los parlamentarios elegidos o amiguetes cercanos del partido- para identificar a los descendientes del rey Boabdil y proceder a su procesamiento en la Audiencia Nacional como presuntos autores de genocidio retroactivo por consanguinidad. Y si no hay descendientes sacar los restos del mismo Boabdil de la tumba y fusilarlo también junto a los de los autores del Valle de los Caídos.

   Además, la Junta de Andalucía podría aprobar una indemnización para aquellos andaluces fallecidos en la Reconquista, que podrá incrementarse si queda demostrado que alguno de sus descendientes luchó durante la Guerra Civil del lado republicano.

   Porque pararse a pensar ahora en los casi cinco millones de parados o en las familias que no llegan a final de mes es egoísta.