Tras ver las últimas iniciativas presentadas por Zapatero en relación a la crisis y, sobre todo, al empleo, queda la duda de si nuestro presidente del Gobierno se piensa que los ciudadanos somos idiotas o, lo que sería más grave, que crea realmente que las tonterías que dice son genialidades.
De entrada resulta cómico que, con más de cuatro millones de parados, Zapatero presente un plan para crear empleo como becarios, treinta mil concretamente, una cantidad no ya insignificante sino ridícula habida cuenta de la dimensión del problema del desempleo. Sin embargo, y lo que es aún peor, la idea de condenar a 30.000 trabajadores a vivir de prácticas en grandes empresas, no sólo significa dejar a toda esa fuerza productiva en un limbo laboral sino que, en realidad, convertirá a otros 30.000 sujetos laborales válidos en esclavos con contratos de trabajo basura, que terminarán su supuesto período de preparación volviendo al desempleo después de haber reportado a la empresa contratante la productividad de un empleado con el subsueldo de un becario.
Basta deciros que el presidente de Telefónica, Cesar Alierta, y el del Banco Santander, Emilio Botín, participarán muy activamente en esta iniciativa. Lo que significa lo mismo que regalarle barcos a los piratas somalíes o que poner al zorro a cuidar el gallinero.
De la iniciativa de Zapatero para esclavizar a 30.000 trabajadores que tienen como alternativa el paro, sólo podrán beneficiarse los grandes de la CEOE, es decir los amiguetes del presidente, y esos oligarcas de la economía que gobiernan al Gobierno. Lo que obviamente significará que los grandes parásitos de este país podrán seguir disfrutando de mano de obra semiesclava a precios de risa y, muy probablemente, contando incluso con incentivos fiscales que pagaremos todos.
Además, el presidente de este desgobierno anuncia que, después de años y años de peleas entre pequeño comercio y gran superficie, se va a favorecer la "flexibilidad" de horarios en las zonas turísticas, lo que significará someter al tejido medio del comercio nacional a una carrera de horarios de apertura que no podrá ganar frente a los grandes centros comerciales. La libertad de horarios es una medida económicamente saludable aunque humanamente deplorable al suponer un mayor crecimiento económico al precio de convertir al sujeto en rehén de su empleo. Sin duda, en una crisis económica con un Gobierno que castiga el consumo doméstico, no es el momento de plantear una flexibilización que debió adoptarse años atrás, cuando era el PSOE uno de los partidos que, para no perder el voto del pequeño y mediano comercio, se echaba las manos a la cabeza cuando las grandes superficies pedían libertad de horarios.
Es evidente que hace ya mucho tiempo que Zapatero se ganó el cielo que le habrán prometido los Aliertas y los Botín de este país, ya sea como consejero delegado o como presidente de otra estúpida fundación. Habida cuenta de lo poco que le queda de futuro político, no parece necesario que se esfuerce más en seguir enriqueciendo a los más ricos a costa de empobrecer más a la mayoría. Basta con que no haga nada hasta las elecciones o se puede dedicar, como Aznar, a decir sandeces con conferencias pagadas a precio millonario. Lo que quiera pero, por Dios, sin tomar más decisiones.
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