BOLETÍN INFORMATIVO DISIDENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO

viernes, 29 de abril de 2011

6.400 FAMILIAS MÁS

   Telefónica nunca ha sido una compañía que destacara por su moralidad y decencia a la hora de competir en el mercado. De hecho siempre ha abusado de facto de su posición dominante y se ha preocupado muy mucho de mantener vivo en todo lo posible ese espíritu de monopolio que la alumbró en la época de Franco y tras el escuro proceso privatizador culminado con José María Aznar en beneficio de sus amiguetes del cole. Desde entonces, los abusos de esta empresa son conocidos y sufridos por todos sus clientes, al igual que son sobradamente conocidos los desproporcionados beneficios que tiene cada año esta compañía, con o sin crisis.

   Con estos antecedentes es obvio que Telefónica no va a optar este año a ningún Nobel, salvo que lo otorguen a la inmoralidad empresarial, pues el pasado 14 de abril se informó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores ( CNMV ) de su intención de reducir el 20% de la plantilla en tres años, lo que significa despedir a 6.4000 trabajadores de los 32.000 que tienen en España.

   Y la CNMV, otra de las carísimas instituciones económicas públicas en la que sólo deben trabajar inútiles, pues no fueron capaces de ver el desfalco montado con esta crisis hasta que los bancos empezaron a tirarles a la cabeza los ladrillos del "bluff" inmobiliario, guarda el obediente silencio que siempre caracteriza a todos estos departamentos públicos que incumplen sistemáticamente su deber de garantizar la solvencia, credibilidad y decencia de nuestro sistema económico.

   No es que Telefónica no pueda poner en la calle al 20% de su plantilla si las circunstancias económicas lo exigen, si el no hacerlo puede significar el dejar al 100% sin trabajo y la quiebra de la empresa, pero con los especuladores resultados económicos que tienen la compañía, habida cuenta de que siempre ha jugado con ventaja en la economía de mercado, lo que sí es una indecencia es aumentar los beneficios a costa de crear parados.

   La habitual inmoralidad y la vileza con la que sistemáticamente actúan estas grandes empresas nos obliga a plantearnos si no hace falta cambiar la legislación y obligar a esos empresarios a actuar de acuerdo con los resultados. Al igual que las normas que protegen a la empresa y su supervivencia ante situaciones difíciles y hasta articula medidas para que el empresario pueda aligerar la carga de las nóminas mientras la cosa no va bien, debería proteger la seguridad económica cuando las cosas van bien, impidiendo que ese mismo empresario movido por esa despreciable codicia, de la que Telefónica tan a menudo hace gala, puede dejar en la calle a sus trabajadores al haber enncontrado fórmulas de "deslocalización", que es como se camufla la realidad de que alguien te fabrica lo mismo a mitad de precio en países con sueldos de esclavos.

   Esperemos que los sindicatos, sobre todo UGT y CCOO, no vuelvan a agachar la cabeza -cosa poco probable- ante la CEOE y traicionen de nuevo a sus afiliados, porque ni con todo el patrimonio sindical acumulado con el que Zapatero les ha untado, podrán olvidad que dejan sin futuro a otras 6.4000 familias.


   ¡ NACIONALIZACIÓN DE LA BANCA Y LAS GRANDES EMPRESAS YA !

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