BOLETÍN INFORMATIVO DISIDENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO

jueves, 21 de abril de 2011

LA COBARDÍA DE CARME CHACÓN

   La ministra de Defensa, Carme Chacón, es un buen ejemplo de por qué la política de repartir los cargos es virtud de cuotas por sexo no funciona. Sólo superada en inoperancia por Bibiana Aído y Leire Pajín, Chacón se empeña en creerse que dirige el Ministerio de Asuntos Sociales en lugar del de Defensa.

   El martes pedía al Congreso la ampliación de la misión militar en Libia, incluyendo la más que probable participación en los combates. La ministra sin embargo, empeñada en que los militares se conviertan en una ONG sigue enquistada en hablar de estupideces como lo de intervención solidaria y lo de combatir sólo si es necesario para cumplir los objetivos humanitarios de estas Fuerzas Armadas que recuerdan cada vez más a un anuncio de Navidad de una marca de refrescos.

   Es extraño lo mal que llevan los ministros "socialistas" de Defensa lo de que la gente que trabaja en su departamento se dedique a matar a terceros. Porque eso es justamente lo que hace el Ejército, acabar con cualquier amenaza por la fuerza. Sin embargo, la ministra se empeña en no querer llamar a las cosas por su nombre y parece pretender la inimputabilidad de conciencia calificando a las guerras como "misiones humanitarias" y refiriéndose a un inexistente principio de solidaridad con la población civil, cuando lo de Libia va únicamente de hacernos con sus recursos naturales, sin que a nadie en la Alianza le importe un rábano qué pasa con una población civil que apenas está sufriendo las consecuencias de esta última metedura de pata que han cometido.

   Deberían romper con esta dinámica de la política amariconada, de ese pretender estar sin estar, de que les vendan las bombas de racimo y luego lamenten haberlas fabricado, de intentar vender la idea de que nuestro Ejército es una ONG con armas. Es mentira. Nuestras Fuerzas Armadas, al igual que las restantes del mundo, sólo pretenden la consecución de objetivos políticos utilizando una violencia que, en demasiados casos, se antoja excesivamente desproporcionada atendiendo al calibre de la amenaza.

   Y la patética Carme Chacón hace gala de su manifiesta incapacidad para dirigir un Ejército que no sabe dirigir y que ni tan siquiera sabe para qué sirve.

   No es fácil, ordenar a los militares que vayan a un determinado sitio a matar a gente no es fácil y se supone que el presidente del Gobierno elige a la persona adecuada para cargar con ese enorme peso. Una persona a la que no puede temblarle el pulso cuando ordene la muerte de terceros, muchos de ellos inocentes, y eso es lo que convierte a Chacón en lamentable, su cobardía para asumir la realidad de que un Ejército no es la Cruz Roja y esa obsesión constante que tienen por salvar una conciencia que está condenada desde el día en que prometió el cargo.

   Nuestras Fuerzas Armadas no están haciendo nada bueno ni justo en Libia. No estamos allí para salvaguardar a nadie que no sean nuestros intereses y estamos dispuestos a matar para protegerlos. Eso es lo que Chacón debe tener muy claro y lo que su hijo, aquél cuyo embarazo paseó al asumir el cargo, sabrá de ella cuando tenga edad suficiente. Le guste o no.

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