El pasado viernes aprovechando la festividad de la Semana Santa y paseando a lo largo de varios kilómetros por las por las playas más turísticas del Paseo Marítimo de la ciudad para confirmar lo que ya sabíamos, que las lluvias habían vuelto a llevarse la poca arena que quedaba en los puntos turísticos del litoral. Además, y de nuevo, las alcantarillas habían saltado como tapones de botellas de champán arrojando directamente a la arena todo eso que tiramos a través de los desagües e inodoros de nuestras casas, convirtiendo en una broma de muy mal gusto la tan repita afirmación de la Junta de que las playas están en perfectas condiciones para el baño. Con los utensilios de higiene personal que pudimos encontrar en la arena daban ganas de invitar al presidente Griñán a volver otra vez a Marbella pero, en esta ocasión, para tumbarse a tomar el sol entre los residuos que habían dejado los desagües reventados.
Sin embargo, ni la Junta de Andalucía ni la Dirección de Costas están mínimamente interesadas en solventar este auténtico déficit histórico que lo es también de salud pública. De hecho el desdén de las administraciones Central y Autonómica a la hora de dotar a esta ciudad de la correspondiente red de saneamiento no se aleja demasiado del tipo delictivo contra la salud pública del artículo 350 del Código Penal, que se encuentra en el título referido a "Delitos contra la seguridad colectiva". Si cualquier empresario, vertiera a la playa una ínfima parte de lo que escupe cada alcantarilla cuando llueve, se pasaría en los juzgados el resto de su vida, si la Junta, literalmente, "pasa" de poner tuberías, no hay nadie que pueda hacer o decir algo al respecto.
Una vez acabadas las vacaciones, nos volveremos a embarcar en los balances y previsiones para la temporada. Y superando el bache de la lluvia, todo volverá a ser interpretado como hacía el capitán del Titanic, que seguiría sin creer que aquel barco podría llegar a hundirse a pesar de que el agua le llegaba al cuello. Y continuaremos polemizando sobre los chiringuitos, que tanto preocupan a la Dirección de Costas por la peligrosísima amenaza medioambiental que supone la ocupación de unos cuantos metros de dominio público marítimo terrestre, sin que el hecho de que las aguas residuales y fecales se desparramen sobre la arena les importe lo más mínimo.
Fue el polémico y ladrón ex alcalde Jesús Gil el que definió por primera vez y con bastante claridad el motivo de que los "socialistas" de la Junta se nieguen a cumplir con su obligación de dotar a la ciudad de un saneamiento público decente y lo dijo así de claro: "las tuberías no dan votos".
No obstante es sorprendente que aún no dispongamos en el Ministerio y en la Consejería de Medio Ambiente de un sólo político que vea un poco más allá del fin de su legislatura y que tenga sentido común suficiente como para comprender que uno de estos días pasará algo que actuará como fulminante, proyectando este problema eternamente pendiente a los informativos de todo el mundo. Y cuando eso suceda dará igual cuánta prisa se dé la Junta en poner tuberías. Entonces ya será tarde.
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