Es difícil entender a los italianos. El sábado por la noche, tras la renuncia de Berlusconi, cientos de ciudadanos se agolpaban a las puertas del Palacio Quirinale para abuchearle por su gestión. Todo eso llega diecisiete años después de que llegase al poder, se haya visto envuelto en asuntos muy turbios relacionados con prostitución, mafia, corrupción,... y aún tenga varios juicios pendientes. Pero parece que ahora, para la mayoría de italianos, es le peor primer ministro del mundo. Apodado " Il Cavaliere " por haber recibido en 1977 la Orden del Mérito al Trabajo, este hombre ha dominado la clase política de su país durante 17 años y, finalmente, ha sido sometido por parte del tándem Merkozy.
Es evidente que nos encontramos ante un Ejecutivo Supranacional que es capaz de quitar y poner gobiernos a su antojo - un caso muy reciente antes del de Italia fue el de Grecia -. El aviso a navegantes es más que simple: el mandatario que no quiera seguir las directrices que marcan París y Berlín, verdaderos centuriones de la UE y de su aparato económico, estará condenado a perder el sillón presidencial y a tener que afrontar el escarnio público que le señala como un inepto para sacar adelante medidas que mejoren la economía nacional, independientemente de que el lugar que ocupa refleje la voluntad popular, cada vez más limitada.
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